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Autora: Elena Ibáñez

Resumen

EDITORIAL. PSICO-ONCOLOGÍA (1982-2007)
EDITORIAL. PSYCHO-ONCOLOGY (1982-2007)

Tu enfermedad viene de ti mismo,
Y tú no te das cuenta.
Tu medicina está dentro de ti
Y tú no la ves
(La Sabiduría de los Sufís)

El ginecólogo mira y re-mira las mamografías mientras la mujer le mira fijamente a los ojos, está tranquila, espera que, como siempre, le digan que ahí no hay nada, que sus pechos están limpios y que el «bultito» que se ha notado es uno más de los muchos que tienen sus mama; sin embargo, el ginecólogo no acaba de decidirse, ha ido sola a la consulta, al fin y al cabo era una revisión más y no tenía porque pasar nada. Al final escucha la palabra fatídica, aquella palabra que, en aquellos tiempos y en nuestro país, nadie quería ni escuchar ni pronunciar, pues sí es un cáncer de mama, parece localizado pero… No escucha, no sabe que hacer, quiere salir corriendo de allí, quiere llamar a alguien, decírselo a alguien, la ansiedad la va invadiendo y, de pronto, se encuentra con la boca seca, las manos húmedas, las piernas algodonosas, le falta el aire y piensa que va a desmayarse.
Empiezan las exploraciones, la mujer ya más tranquila se somete, casi resignadamente, a todas las pruebas que le exigen antes de entrar al quirófano, punción mamaria, análisis de sangre, rastreo óseo, radiografías de tórax, ecografía hepática, etc. y a pesar de que le dicen que no se sabe la extensión del tumor y si habrá que quitar la mama o no, ella no es capaz de pensar en ello, la palabra «muerte» la acecha, de vez en cuando está tranquila, incluso sonríe a aquellos que con cariño le desean suerte, a pesar de ello, escucha en su mente “cáncer-muerte” y esa pareja aparece en su mente como algo inseparable.
La operación no es muy larga, al fin y al cabo la mama no es algo difícil de amputar, quizá lo más terrible suceda a la salida del quirófano, la recuperación de la conciencia, el saber que el cáncer es una enfermedad crónica, que se puede extender, que puede haber metástasis en otros órganos, pero también que pueden existir micro metástasis e incluso células cancerosas circulando libremente por su torrente sanguíneo y que si no se acaba con ellas pueden terminar con su vida. Vuelve a oír, sin escuchar, palabras tales como prótesis, radioterapia, quimioterapia y un sin fin de explicaciones carentes de sentido para ella en esos momentos. Se encuentra mal, muy mal y le gustaría huir de allí. Todavía no sabe que va a tener que enfrentarse a muchos más desafíos. El estadio de la enfermedad, el tipo de tratamiento más aconsejable, y sobre todo, que durante 5 ó 10 años, va a tener que seguir sometiéndose a controles periódicos de su enfermedad, lo que significa que, en cada momento, puede volver a aparecer, lo que se conoce con la terrible palabra de recidiva.
Para que ello no ocurra se somete a radioterapia, que aunque llevadera, la fue agotando poco a poco, vino luego la quimio, los terroríficos goteros. Y mientras veía como su pelo caía poco a poco, notaba como todo su cuerpo se esforzaba por rechazar la quimioterapia. No necesitaba entrar en el Hospital, los vómitos eran incontenibles y los médicos no entendían que pasaba pues aún no le habían puesto el «medicamento» Si tiene suerte todo se acabará en unos meses y su vida volverá a ser como lo era antes. A pesar de ello, siempre recordará que tuvo un cáncer, al principio será todos los días, luego cada vez que se ponga enferma, posteriormente sólo con las revisiones y, por último, con la edad, porque sabe que ésta es un factor de riesgo para su enfermedad.
Ésta o muy similar es la historia de miles y miles de mujeres (16.000 al año sólo en España) en todo el mundo, que cada día reciben el diagnóstico de cáncer de mama. A partir de ese momento su vida va a estar presidida por la incertidumbre y aunque poco a poco se adapten a convivir con la enfermedad cancerosa, algunas de ellas van a padecer depresión, otras ansiedad y no pocas, aunque sean supervivientes, trastornos por estrés post-traumático. También es verdad que muchas sobrevivirán sin ninguna secuela, pero ninguna podrá olvidar que es una enferma de cáncer.
Pero si esta es la historia personal de una mujer con cáncer de mama, también existe otra historia, la social, la académica, la que hizo posible que aparezca este monográfico, una historia que comienza, más menos, en nuestro país en 1982, cuando un oncólogo preocupado por los problemas psicológicos de sus enfermas, el Prof. Javier García-Conde, acude al Departamento de Personalidad de la Universidad de Valencia, en busca de ayuda psicológica para sus enfermas, lo que posibilita que en 1984 Pilar Barreto presenta la primera tesis doctoral sobre psico-oncología leída en España, bajo el título factores psicológicos en pacientes de cáncer de mama. En el mismo año, patrocinada por la Asociación Española de Lucha Contra el Cáncer se celebran en Barcelona las I Jornadas de Psicología Oncológica, con participantes nacionales y extranjeros como Lea Baider (Israel) o Brengellmann (Alemania). En 1985 Ramón Bayés publica un libro con el título de Psicología Oncológica, adelantándose en cuatro años al célebre libro de Holland y Rowland, Handbook of Psycho-oncology, publicado en 1989. También se celebra, en 1985, en Zaragoza el 6º Simposio Internacional de Oncología Bioconductual, bajo la presidencia del Prof. Lobo y en 1986 se constituye en Madrid la European Society for Psychosocial Oncology en la reunión que patrocinada también por la Asociación Española contra el Cáncer se celebra en dicha ciudad.
A partir de estos primeros momentos el interés por la psico-oncología cobra un auge importante, como lo demuestran los numerosos congresos, cursos de verano, conferencias, etc. que se han impartido desde los años 80 sobre diversos aspectos de la psico-oncología. De hecho, ya es algo habitual que en los congresos de la FESEO (Federación de Sociedades Españolas de Oncología) aparezcan comunicaciones y ponencias realizados por gente interesada en Psicooncología, lo mismo ocurre con los congresos de las Sociedad Española de Psiquiatría o los de Psiquiatría Biológica, para no citar los congresos de Psicología.
No es raro pues que en 1991 la Fundación Científica de la Asociación Española de Lucha contra el Cáncer realice un Seminario Internacional sobre Información del diagnóstico al Enfermo con Cáncer en el que ya se hizo patente no sólo la participación de psico-oncólogos, sino la importancia de estos para una atención integral al enfermo oncológico. Todo ello lleva a que en el año 1994 la Escuela Europea de Oncología, sita en Barcelona y dirigida por el Prof. Estapé, organice un curso sobre Psicooncología, donde el número de matriculados pone de manifiesto el gran interés que en el ámbito sanitario provocó dicha materia. Precisamente a partir de dichos cursos surge la creación de la Sociedad Española de Psicooncología (SEPO) en 1997. A partir de esa fecha y quizás acuciados por el fin de siglo, los acontecimientos se precipitan, el Prof. Cruzado inicia en Madrid el I Master español en Psico-Oncología, aparecen diversas asociaciones de mujeres con cáncer de mama, desde el viejo programa «vivir como antes» hasta las distintas asociaciones de mujeres, mastectomizadas o no, que se encargan no sólo de gestionar diversos aspectos relacionados con la adquisición de la minusvalía, sino también de informar, mediante cursos y conferencias, a las mujeres acerca de la prevención, diagnóstico y tratamiento del cáncer de mama
Todo esto queda patente en Valencia, en el 2002, donde se celebra el I Congreso Nacional de la SEPO bajo el lema «El Cáncer: es este tu problema» y que contó con la participación de más de 70 ponentes nacionales y extranjeros, que hablaron de los temas más diversos. Podríamos decir que a partir de ese momento se consagra oficialmente la Psicooncología. Así en diciembre de 2003, de nuevo el Prof. Cruzado, crea la revista que en estos momentos tienes en tus manos y que se convierte en órgano de difusión de los psico-oncólogos españoles; en el 2005 se celebra en Murcia el II Congreso Nacional de la SEPO y en este mismo año es Bilbao la sede del III.
Esa mujer, que acudía sola a la consulta del médico, ya está acompañada durante todo el proceso de su enfermedad, los psicólogos se han unido a la pléyade de personas que investigan y le apoyan y las propias mujeres han creado asociaciones desde las que puede hacer oír su voz para luchar contra la enfermedad y defenderse de ella. El lazo rosa cubre el país una vez al año y cada vez son más los hospitales que cuentan con equipos de profesionales, con formación psicológica, para ayudarla a superar todo el proceso, es decir, hasta la muerte, no de ella sino del cáncer de mama.
Elena Ibáñez
Catedrática de la Universidad de Valencia

Páginas: 225-227

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